La mañana del 22 de diciembre, día de la lotería y comienzo de la Navidad, los niños ingresados, de largo tratamiento, no tendrán cole. No saben por qué. Tampoco les preocupa: ¡no hay cole y hay sorpresa en el teatro! Eso es ya suficiente.
Los niños de la sala de día de oncología, aparecen como pueden. Con sus cabecitas desnudas, desnudos sus corazones, reciben cualquier novedad que alivie ese duro día -que es uno de tantos otros- con interés y expectación.
Van entrando, con sus pijamas, en sus sillas de ruedas, atados a sus maquinitas...y los ojos se les salen de la sonrisa. No lo pueden creer... ¿Cómo es posible?! ¡No puede ser!
"¡Que sí! ¡Qué sí! ¡Claro que son ellos!"
"¿Los conocéis?"
"¡Síiiiiiiiii! ¡¡¡Son Dvicio!!!
Y se van quedando parados, clavados de la emoción. Sobre todo las niñas, claro.
"Pero pasad. Dadles un beso"
"Pero ¿podemos?"
"¡Pues claro! ¡Son todos vuestros!
"Ay, ¿tienes un papel?
Y ellos encantados, las besan, se hacen fotos, hablan con ellos, les dan ánimos,les firman autógrafos, les preguntan...
Marta, demacrada, no quiere acercarse. Son sus ídolos.
Pero le da vergüenza. La animamos, pero no hay manera. No importa. Andrés, el cantante, se acerca, le canta,le coge la mano y Marta sabe que esa mañana la quimioterapia va a trabajar mejor, mucho más potente. Como potente es el latido de la emoción de su corazón en esos momentos.
Esther (nunca te olvidaré aunque tú no lo sepas ni sepas por qué) entró remisa porque los dolores no le daban tregua esa mañana. Lo que no sabían esos dolores es que hay medicinas que entran en vena pero suavemente. Y Esther pudo hacerse fotos con cada uno de sus cinco ídolos y tener un autógrafo y olvidarse de ese tormento del que no lograba desprenderse esa mañana por más medicamentos que llevaba en su porta. Nunca pudo imaginar que aquella mañana sería tan feliz.
Todos conocen sus canciones. Ellos les invitan a "enamorarse otra vez" y como lo imposible ha sido posible en esa mañana, logran- no sé si lo saben- que con su música, su cercanía, su sonrisa sincera, los chavales den un empujón asombroso a su desánimo para enamorarse de la vida, de las ganas de no tirar la toalla.
Todos cantaban con ellos y levantaban sus manitas y no parpadeaban con sus ojos tan abiertos...como para que no despareciera esa magia imposible en ese lugar.
Pero sí, la magia fue posible porque estos chavales, tan jóvenes y con una carrera tan brillante (el vídeo de arriba tiene casi 8 millones de seguidores) son, sobre todo, buena gente. Y además de cantar con ellos y de moverse por entre el público para que nadie se quedara sin sentirlos cerca, no se cansaron de saludar, de hacerse fotos, de todo lo que hiciera falta.
E hizo falta ir a una habitación porque una niña acababa de salir de una operación y era una fan de primera fila. Y allá fueron a saludarla y a cantarle a "capella". Siempre con su sonrisa.
La sorpresa continuaba y
alguno recibió una guitarra firmada por todos ellos.
"Huy, creo que te ha tocado "el gordo" hoy aquí en el hospital ¿no crees?"
Ella no sabe qué decir, no cree todo lo que le está pasando desde esa silla en la que debe moverse porque se encuentra débil.
Pero su madre sí sabe qué responder:
"Además que sí, que nos ha tocado "el gordo" hoy. Porque el escáner ha salido limpio"
Y todo, la guitarra, la música, su cabecita desnuda, sus ojeras, la alegría que no sabe cómo expresar... cobra un sentido singular.Extraordinario.
Como ese día en ese hospital.
Porque nunca ha estado ese teatrillo tan lleno de pacientes, familiares, personal del hospital y alegría como esa mañana del 22 de diciembre de 2015.
Los niños en medio de su enfermedad, quizá algo más emocionados por los días que se avecinan, han vivido un día único en sus vidas. Porque Andrés, Martín, Alberto (Missis), Luis y Nacho les han llevado al "paraíso" y les han hecho sentir que no hay nada como estar con ellos.
Al final, todos se van contentos. Con sus fotos, sus autógrafos, tarareando las canciones...
Nos quedamos para hacernos la foto-recuerdo la organización del hospital y la gente de Música en Vena, la asociación que ha hecho posible tanta alegría hoy.
Se despiden de todos, somos muchos. Como 15. Nos van besando. Martín es el primero. Yo estoy en la retaguardia y me quedo fuera de su despedida. Se gira, mira. Se da cuenta y vuelve hasta donde yo estaba para darme los dos besos que ha dado a todos los demás.
Podríamos pensar que es parte de su marketing, que estas cosas las hacen porque les dan más puntos. Para mí quedó claro desde que entraron por la puerta dando las gracias por la invitación que no era así. Esa vuelta sobre sus pasos de Martín, ese dar besos de verdad, no como una formalidad más, me dijo lo que vi durante todo el concierto y así se lo dije a ellos: "Estos detalles marcan la diferencia entre profesionales buenos y los buenos profesionales". Entre la gente del montón (aunque sean disco de oro en todos los continentes) y la buena gente. Como DVicio.
Muchas gracias por todas las emociones que repartisteis y por hacer brillar la navidad, la ilusión y la alegría en los ojos de tantos niños tan enfermos y tan necesitados de ese empujoncito en vena.