martes, 15 de diciembre de 2015

¡ A toda máquina!

Brutal, apasionante, emocionante...

Quién no ha estado en un hospital. Quién no ha sentido la indefensión, el miedo a que tu vida cambie para siempre al pasar por esas salas. Quién no ha sentido el pavor en el estómago al enfrentarse a la incertidumbre de un futuro que no está en tus manos, que no se sabe qué pronóstico tendrá. Quién no ha entrado alguna vez en esa boca que es la puerta de una hospital con el corazón encogido, poniendo todo el temor y la vulnerabilidad en manos de esos dioses en los que se convierten los médicos y esos ángeles que permiten encontrar un poco de paz y consuelo que son las enfermeras, los auxiliares, el personal de limpieza.

Quién no sabe de lo que hablo cuando hablo del mundo al revés, de la vida patas arriba, del vuelco del corazón y de la cotidianeidad por una enfermedad. Propia o de un ser querido.
Quién no conoce el gris que empapa esas experiencias, la luz metálica que te roba el calor del día a día, de tu vida diaria que se convierte en un tesoro arrebatado hasta no sabes cuándo.
El tedio de esas horas, el olor, el calor, el peso del tiempo en el hospital. Quién.

Quien no lo haya vivido puede imaginarlo. Seguro.

Pues ahora imaginad esas salas de angustia, de incertidumbre, de desesperanza y miedo arrasadas por una tromba de swing,
que fluye por salas de espera, por salas de oncología, de traumatología, de diálisis, por pasillos, por plantas... Una tromba de ritmo y de alegría imparable que ha arramblado con pacientes y personal del hospital, llenando esas paredes de baile, de alegría, de ganas de luchar y de vivir... 
Enfermeras bailando, pacientes  haciendo bailar sus sillas de ruedas, personas mayores en su primer día de sesión oncológica levantándose a bailar y a dar las gracias...
IMPARABLE la máquina del swing e insuficiente porque en cada sala les pedían más. como si no quisieran dejar de desterrar todas esas sombras subidos a la máquina musical que hoy les ha sacado de esa grisura para transformar un día de hospital en una fiesta. Sientiéndose acompañados, esperanzados y alegres.


 Música en vena transfigurando, como tantas veces, lo terrible y solitario en un acto colectivo cargado de fuerza y de júbilo.


Brutal, apasionante, emocionante... a Virginia se le terminan los adjetivos para expresar lo que se ha vivido hoy en el Hospital Clínico San Carlos de mano de Swing Machine.
Porque todos sabemos que las palabras se quedan pequeñas ante lo que sucede cada día que MeV aparece en los hospitales. Pero hoy esa máquina imparable ha anegado ese hospital durante 4 horas y ha llegado a muchos rincones de ese gran edificio y , hoy, muchas personas abrumadas por su enfermedad han salido empapadas de alivio y bienestar. 

Y ya solo por eso, por un día como hoy, vale la pena el esfuerzo y el trabajo que supone hacer posible Música en Vena. Y no entendemos que no se vea, que no se comprenda que Música en Vena, gracias a estos músicos tan generosos y talentosos, es imprescindible y  mucho  más que música .

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