Los afectos que no se riegan, palidecen. Siguen ahí, pero marchitos. Están pero no ocupan, no estremecen. No sé si llegan a morir.
Hay que inundarlos de vivencias, empaparlos de alegrías, esfuerzos, tristezas, anhelos, entusiasmos.. sombras y luces compartidos. Escanciarlos generosamente de todo lo que llevas dentro. Casi sin darte cuenta
Eso es Música en Vena para mí. Y la cosecha es extraordinaria. Aquí está la de este año:
Estas son mis amigas invisibles
y estos los regalos que ayer me traje de esta fiesta divertida y llena de color y alegría.
Pero el mejor regalo es ser parte de este proyecto maravilloso que da mucho más de lo que pide. Como los buenos afectos. Los únicos importantes.
A mí MeV me da muchas cosas. Y lo que no sabéis es el amor que recibo a través de todo con el que vosotros envolvéis a mis escritos. Vosotros no lo sabéis pero las palabras es lo único que tengo a veces y a ellas me aferro, y me salva. Y vosotros con ese cariño que ponéis hablándome de ellas,las fortalecéis y les dais más sentido. Me sostenéis y me hacéis inmesamente feliz. No podéis imaginar cuánto.
Gracias, de corazón.
El título de esta entrada es un guiño y una forma de pedirle al 2016 que no permita que me despida nunca de esta otra "familia".
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