lunes, 6 de octubre de 2014

Una tirita para el alma

Las luces de las tardes de domingo siempre me resultan melancólicas.
 Volví a casa paseando por un Madrid primaveral de una oscuridad prematura que, como cada año, nos imponen por estas fechas. 
Necesitaba pasear saboreando el placer de sentirme encantada. Literalmente encantada
Porque ayer viví un prodigio. 



Supongo que todos pensamos que un hospital es un lugar triste. Todos hemos tenido la experiencia , en el mejor de los casos, de visitar o acompañar a una familiar o amigo hospitalizado y muchos sabrán lo que significa pasar por ese paréntesis

que supone una hospitalización. 

Todos sabemos de la tristeza impotente que no podemos evitar cuando despedimos a nuestros seres queridos "secuestrados" para esa puesta a punto; dejándolos allí, en la frialdad de esas luces fluorescentes  y  de ese  silencio impuesto, solo roto por ruidos metálicos o la llamada de ayuda ante algún imprevisto.



 El hospital como un paréntesis doloroso que se convierte, en ocasiones, en un hogar provisional gracias a la humanidad de algunos de los profesionales que atienden y arropan a los enfermos. Pero que siempre aparece como cíclope amenazante , crisol de miedos y sufrimientos al que casi no queremos mirar por si nos elige como huéspedes.

 Y sin embargo, es ahí, en esos espacios que parecen malditos donde nos cuidan y nos recuperamos y salvamos la vida*. Por eso deberíamos celebrarlos y hacer de ellos espacios humanos llenos de ternura, de alegría, de compañía, de escucha, de esperanza.

Eso es exactamente lo que hace Música en Vena cada día.

Una labor titánica, como un David frente a Goliat porque solo cuentan con su entusiasmo, su generosidad y la generosidad de los artistas y técnicos que les secundan y hacen posible ese milagro en medio de cables, camillas y personas más necesitadas que nunca de calor.  Un prodigio ¿no os parece?

El prodigio de ayer fue doble. El auditorio del Clínico se llenó de magia con la simpleza de una música sublime y una voz que la acariciaba emocionada: Jordi Savall y Ferran Savall en el escenario con un programa original y único.

Para decirles que ese paréntesis no deseado se puede amueblar de humanidad y esperanza y que la música es algo más que notas y sonidos. Es un lenguaje que remansa el alma y que inocula el único virús necesario: la fuerza y la esperanza. Que no están solos en ese retiro involuntario. Los músicos con su prodigio fecundan de luces las sombras que pueblan ese otro universo de batas y soledades.


En ese prodigio que ayer vivimos, lo más prodigioso fue que los magos que oficiaban ese ritual de emociones electrizantes se vieron sorprendidos por una conmoción que les desarmó. Como en cada actuación de MeV, toda esa energía se transforma en una regalo para los artistas cuando son ellos los que lo están creando. Más magia ¿no? 

Unas breves pinceladas de lo que ayer pudimos disfrutar durante una generosa hora. 




Mafalda se hacía una sabia pregunta:
 
Mafalda, gracias a MeV ahora tenemos una respuesta.
                    

Un milagro en mitad de un hospital. Un bálsamo para las almas. 
                          GRACIAS MeV
Si queréis vivir algo único y necesario, habrá más:
CARTEL MUSICA EN VENA_CNDMb


Si queréis formar parte de él 
MÚSICA EN VENA







*Aprovecho para reclamar y defender una sanidad pública de calidad, sin recortes y con prioridad en los presupuestos del estado.