viernes, 18 de marzo de 2016

Notar el Sitar


No es necesario escucharlo. Su sola presencia inunda la estancia de una admiración reverencial. Aparece y capta todas las miradas.
Con respeto espontáneo, casi místico. 
Es un instrumento único, rotundo y frágil a la vez.











Rocío, una música jovencita, se sienta en el suelo,
descalza, y lo coge en su regazo, como acunándolo. Y en el regazo del sitar caben todos los minúsculos bebés que son hoy su público y que casi no vemos. Andan muchos envueltos en mantas protectoras, como capullos preservando la vida. 
Y la muerte. No se nos olvida. También el sitar hoy ha acunado a la muerte.
Nos transmite el doctor el agradecimiento de una madre cuyo bebé ha tenido hoy la oportunidad de escuchar la única música que podrá disfrutar en su corta vida.  Una nana acunada por el sitar de Rocio.

El personal sanitario cierra los ojos y descansa en esas cuerdas cuya vibración nos lleva a un mundo sereno y ancestral. Casi no es necesaria la melodía. La  simple vibración de una cuerda para el tiempo.

Hipnotizados, seguimos a Rocio, a su sitar. Y llegamos a la Uvi pediatrica donde Rocío toca muy cerca de los niños que pueden verla.
 Una pequeña de 5 años se anima a tocarlo ella y con su voz traqueotomizada le pide a su madre un instrumento grande y poderoso como ese. 
Otro pequeño se asusta. Toca el sitar con su pie y retrocede. Le impone algo tan grande. 
Los padres de otro niño nos dan las gracias pero prefieren no alterarlo porque cualquier sonido nuevo le tensa y le desestabiliza. 

Nos despedimos de ese reguero de camas injustas, mediollenas de cicatrices y tubos. Camas en las que se pierden sus pequeños habitantes y donde la razón y la emoción también se pierden. 
Es difícil enfrentarse al sufrimiento de unos niños. Es difícil asumirlo. Sólo nos alegra pensar que hoy ha sido un día un poquito diferente y mejor y que esa sala es solo un paréntesis para poder recobrar la salud. En ello se deja la piel el personal de esa sala.

Rocio también hoy se ha dejado la piel.


El sitar es grande. Pesa. Como esas salas. Ella está emocionada y nos agradece lo bien que se ha sentido gracias a nosotras. 

No es fácil para los músicos tocar en Neonatos. 

No es fácil respirar en Neonatos.


Pero hoy, solo con notar el sitar hemos repirado mejor.

Gracias, Rocio.



1 comentario:

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