martes, 14 de abril de 2015

Cometas

Debería estar acostumbrada ya. Pero no lo estoy. 
En otra entrada me referí a ellos como "cometas anclados a sus cables". Ayer estas cometas eran muy pequeñas. Algunos bebés. Durante una hora, quietitos en sus asientos, aplaudiendo y mirando con esos ojos llenos de verdad y ,algunos, de pesar que no comprenden. 
Los padres, los abuelos, los familiares se despiden del concierto
esta vez en el Salón de Actos del hospital, agradecidos, dejando escapar las lágrimas que llevan días disimulando y compartiendo con la soledad. 

De nuevo el hospital se convierte en una prolongación de la vida. La vida buena.
Música de todos los estilos de esta joven pero fantástica banda. 
Flautistas de Hamelin, secuestrando las emociones, la alegría y el sosiego para llevarlas allí, a esa cueva mágica y diseminarlas entre las fatigadas jornadas de esas personitas que no entienden qué pasa y que solo necesitan el amor de sus seres queridos y una sonrisa para devolverla agradecidos.

Salen del concierto unos gorilas en los pies de un pequeño, transformando esa estancia, los gorilas, en su casa provisional. Salen los familiares arrullados por la música de ver a sus pequeños, serenos, disfrutando. Un ratito.

Las zapatillas de los pequeños, sus pijamas, sus juguetes son ahora su casa. Por una temporada. La música les convence de que allí no solo viven para pinchazos y malestar. El arcoiris les calienta y les enseña que tras la lluvia o incluso al mismo tiempo, sale el sol.  
Mostrando la foto 3.JPG
Lo que no saben es que no hay mayor sol, mayor calor, que verles sonreir atrapados por sus cables, sus vendas, sus sondas... Cometas anclados, listos para volar.

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