viernes, 20 de noviembre de 2015

Un atraco

"Arriba las manos. Esto es un atraco*". Y Paula y Laura las levantan. A la altura de sus violines y el atraco se perpetra. Generosas,como solo lo son las personas que responden a una llamada de auxilio sin pensarlo, rotundamente; durante dos horas , atril y violines en ristre, recorren los pasillos de tres secciones duras e intensas del hospital para tocar, de pie, sin preparación previa, a bocajarro, entre el ir y venir de personal, máquinas y miradas conmovidas. Sin pedir un simple vaso de agua. A contrapelo.


El atraco comienza nada más entrar en Neonatos. Un bebé de tres meses, minúsculo, duerme profundamente en su cochecito. Con la tranquilidad de quien ha pasado una gran prueba. Las señoras que lo llevan en volandas hacia su nueva vida, no pueden evitar presentárnoslo y ese gigante, que no sabe la proeza con la que ha tenido que vérselas nada más llegar a este mundo, es el primero que nos roba el corazón: sale victorioso de un doble trasplante, de páncreas y de riñón. "Es un niño milagro" nos dicen con una sonrisa en la que no queda rastro de todo el miedo y el dolor que les han quitado el sueño día tras día hasta volver a casa.
Casi sin acabar de entender que hemos podido acariciar un milagro, entramos a esas salas preservadas en las que bulle la vida con la muerte pegada a los talones.
Minúsculos talones luminiscentes, como velas de una plegaria que los guía hacía sus vigías, los monitores.

Laura y Paula, desenfundan, y ahora son ellas las que roban el corazón de todos los que las oyen. Con sordina, suavemente- lo que dificulta todavía más su tarea- llenan esas salas de un latido diferente. Doctores y personal de otras salas se arremolinan alrededor para dejarse robar. Y el botín es portentoso. Sonrisas, palabras de agradecimiento, lágrimas, un silencio respetuoso y los llantos de los bebés que se apaciguan. Padres exhaustos pegados a sus hijos, tan pequeños que algunos caben en la palma de la mano, nos dan las gracias y sonríen ante nuestra expectación y nuestra perpleja conmoción. 
Mozart, Bach, Brahms, Falla... revolotean por esas salas y pasillos en una nana de cuerdas, acunando a esos pequeños guerreros, robándoles unos minutos a sus batallas.

Nos vamos a la UCI de traumatología. Como crisálidas verdes,
respirando casi el dolor, entramos a esa sala de acceso limitado a todo menos al sufrimiento. De nuevo Paula y Laura se entregan a sus violines y la sala las escucha con una solemnidad reverencial. El personal sanitario, conmovido, las disfruta en estricto silencio y con un respeto ritual. Como si supieran que la música es mucho más que música y que en esa sala es más necesaria que en ninguna otra la música en vena. El concierto va a ser mucho más breve. Laura debe marcharse. Pero no se va. Una fuerza invisible la retiene. Conectada a las personas que están entubadas, graves algunas, se olvida de sus compromisos, se olvida de la vida "real" para robarle al tiempo lento de una UCI unos minutos de tedio. Se despide con un solo maravilloso que llega a cada rincón de esa habitación como un algodón. 
Paula, ya sola- con miedo a que resultara demasiado triste- cierra esa travesía por la cara más amarga de la vida con una melodía popular que parece decirnos a todos que el dolor compartido es el mismo pero más soportable. Y el atraco finaliza con las gracias de un afligido paciente en el que ya no era posible diferenciar las lágrimas robadas al dolor con las que nos recibió, de las robadas al agradecimiento.

En volandas, secuestramos de nuevo a Paula- ahora solita- y llegamos a la sección de trasplante de médula. Pensábamos que la mañana no podía ponerse más sería y allí lo es tanto que solo podemos quedarnos en el pasillo. Las puertas de quienes tienen ánimo para escucharla se abren como ojos que quieren despertar a otra realidad y la música se cuela por ellas como un reguero de alivio. Son solo dos piezas que Paula ejecuta proverbialmente con su violín cargado de fuerza y de sentimiento. 
Estoy sana, de pie, escuchándola y no puedo evitar- continúa el atraco- robarle dos besos y abrazarla. No se me ocurre otra forma de devolverle todo lo que con esas bellas notas acaba de llenar en ese pasillo: un vacío estelar.



No sabemos cómo agradecerles a Paula García







y a Laura Delgado
, del grupo Ensemble Praeteritum,
el esfuerzo realizado en ese hermoso "víacrucis" que han  transformado en una estela de luz. 
Ellas no lo saben ( o quizá ahora ya sí) pero el verdadero atraco es cuando vuelves a casa y puedes interiorizar todo lo vivido durante esas dos horas. 
Espero que podáis perdonarnos ese robo a "mano alzada" y que guardéis en vuestro corazón esos intensos momentos como lo que son: un auténtico botín de "vida".
Os esperamos , de nuevo, prontito.

*La maravillosa arpista, Diana  Real, que iba a venir el viernes 20 de noviembre al hospital 12 de Octubre, tuvo un imprevisto y no pudo venir. Cuando me entero, el jueves a las 00:20 cometo la temeridad de ponerme en contacto vía Facebook (qué extraordinariamente útiles pueden ser las redes sociales a veces) con Paula ( a quien conozco porque ya había colaborado con MeV junto con otros dos miembros de su grupo)  quien me contesta en menos de 30 segundos. Le propongo el asunto y antes de terminar de explicárselo me dice que sí, que ella puede y que estará encantada.


Concierto del 20 de noviembre con Azu, Rosa y Virginia.


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