lunes, 21 de marzo de 2016

Concierto "interruptus"

El Ramón y Cajal es el hospital más aséptico y amable que conozco. Estancias amplias, luminosas, humanas...
Falta que encaje el espíritu de MEV, pero todo se andará.

Y falta esto porque hoy, desafortunadamente, ha sido un concierto "interruptus". La sala de siquiatría a la que se dirigían las violas , Jhoanna y Crisa,
con determinación y entrega, no estaba preparada para nuestra visita y no ha sido posible tocar para esas personas que se encontraban en un día complicado. 

Uno de los pacientes nos miraba por el ojo de buey de la puerta que nos separa de ellos y que ha de estar permanentemente cerrada. Clavándonos la mirada, como si así pudiera traspasar esa puerta. Y lo que nos ha traspasado ha sido el alma. 

Virginia lo lamenta: "la música , justo en esos días malos, es lo que mejor les funciona. Los ayuda, los calma, los serena", les dice a las enfermeras. "Ya, pero es es que no podemos garantizar la seguridad, entonces....". Entendido, nos vamos. 

Hay mundos en los que las claves de sol no sirven para traducir todo el ánimo y la maravillosa intención de esas músicas profesionales e incansables. No hay claves para ese mundo. Un mundo incomprensible y ajeno, lleno de dolor y soledad. Aunque- lo digo como lo pienso- no estamos tan lejos, nadie, de traspasar la línea roja. Y quien no sea consciente de ello, más cerca está.

Como en los funerales y en los momentos más inasibles de la vida, el humor brota.
Es necesario para sobrellevar esos pesos pesados. 



Nos vamos tristes por no haber podido terminar nuestra labor. Por haber dejado esa sala "huérfana" de música y algo diferente. Para ellos que están tan solos....

Pero antes hemos pasado por dos secciones de la UVI. 
Todo hoy ha sido un poco extraño para mí. Quizá es la asepsia del hospital, quizá que yo no me encontraba bien...
 Las Uvis hoy respiraban dolor, como siempre, pero no sé por qué hoy  casi me avergonzaba ser testigo de tanto suplicio. Por pudor he estado un poco al margen, dejando a las hechiceras violas hacer su trabajo con tanta pasión como sentimiento. Se han ido acercando puerta por puerta para tocar lo más cerca posible de los pacientes. Con brío, con fe, como si con su arco pudieran borrar parte del dolor que había llevado hasta allí a esas personas.  Y así lo han hecho. Llevándose besos ténues enviados por un abuelito frágil que con su mano les agradecía ese regalo de hoy.

El maravilloso sonido de dos violas barriendo el sufrimiento.
Hoy más que nunca nos quedamos con ganas de más. 
Os esperamos pronto, Jhoanna y Crisa. Gracias.

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