sábado, 25 de junio de 2016

Afindecuentas..."desmadradados"

La música es magia. Lo sabemos todos los que la amamos. 
Es imposible explicar por qué nos emociona una melodía, una voz...
Pero también es imposible controlar ese escalofrío que te recorre cuando ese milagro sucede.

Afindecuentas produce eso en mí. 
Suena la guitarra de Isaac y, antes de ver su maravillosa sonrisa columpiándose en su limpios ojos de buena persona, ya nos llegan sus dulces acordes directos a algo muy dentro de ti. Isaac toca como respira. Cómo si no estuviera haciéndo él esa maravillosa música. Como si fuera lo más natural ser parte de su mástil. Isaac toca como respira y de repente, nos cosquillea con el tintineo de la pandereta que bajo su pie cobra vida, como si fuera lo más normal.

Carlos y su pasión por el teclado no tienen frontera. Son un continuo. El teclado de hoy es más grande. Nos promete más. Porque quiere más y darlo todo con él. Y lo hace.

Y aparece la voz de Adel. Y desde el primer momento me sacude ese escalofrío que se encarama a mis ojos sin poderlo controlar. Una especie de gozo infantil se apodera de mí y de mi agradecimiento por algo tan simple y tan grande. 

Los niños del hospital Niño Jesús disfrutan de ellos. Les piden temas. Tararean con ellos. Sonriendo. 
En la segunda sala, están más movidos. Charlan, interrumpen, se ríen. Y cantan. Piden temas imposibles. Saben mucho de música. Parece que la música es una parte muy importante en su vida. Por eso tiene tanto sentido que Música en Vena esté en esas salas.Les pone en contacto con algo muy importante en sus vidas y les conecta a ellas desde otros resortes. Aunque solo sea un ratito. 
Hoy ese ratito ha sido un poco más largo. Las encargadas de esas salas nos han regalado 10 minutos más porque lo que estábamos viviendo no era frecuente y , además, era algo importante y especial.
Paula, que cerraba los ojos mientras cantaba desde su silla, se ha animado a sentarse con Adel y a seguirle con el libreto que él llevaba organizado y trabajado.
María también se anima y se sienta a su lado y juntos, improvisando, crean algo único que las hace parte de lo que están disfrutando y nos hacen disfrutar. Todos rodean a Adel, Carlos e Isaac y el concierto se convierte en una convivencia donde por unos minutillos se olvidan de lo que les ha llevado hasta allí. De las vendas y cicatrices que jalonan sus muñecas, su cuerpo. Y es muy grande lo que vivimos.


Se van mientras recogemos con una sonrisa amplia en sus rostros y nosotros queremos pensar que les va a durar lo justo para tomar fuerza y salir de allí prontito.
Un celador nos dice que él no es quien determina los tiempos, que él solo está allí por si se desmadran. La palabra es todo un mundo. "Desmadrarse" :salirse de madre. Y así es:están lejos de esa madre que hasta hace poco tenía las respuestas a todas sus preguntas y los conjuros a todos sus miedos. Ahora otros fantasmas pueblan su vida y no entienden por qué. Por qué están "desmadrados" y tan indefensos ante eso que los domina y los daña al mismo tiempo.Lejos de su madre. De su casa. De la serenidad.

Por eso ninguna palabra será suficiente para explicar qué pasa en esas salas en momentos como los de ayer. 

Ni habrá suficiente cantidad de veces con las que podamos dar las"gracias" a personas como Adel, Carlos e Isaac, que se entregan completamente y se emocionan dando tanto con su música y su calidad humana.



Este fue el último concierto para mí de esta temporada con Música en Vena. Fue muy, muy especial. Por muchos motivos. Algunos personales que no vienen a cuento pero que podrían contar por qué la experiencia de ayer fue tan maravillosa para mí, aunque no lo harán.
Los otros motivos, los que sí cuentan , son estos:
Que el concierto, ayer, fluyó de un modo fascinante, en una comunicación que describe y muestra lo que es y debe ser la música. Un lenguaje del alma que acompaña, alivia y hermana.Y yo sabía- porque esta era su segunda vez con MeV- que con Afindecuentas todo eso, la nitidez de ese lenguaje, estaban más que garantizados.

Que era en el hospital Niño Jesús. En siquiatría infantil. Con personitas que apenan han comenzado a vivir y ya saben del sufrimiento con mayúsculas. Y eso, que duele solo con pensarlo, es una lección de vida y de humanidad. Y poder mitigar ese injusto dolor, aunque sea solo un poquito, es un privilegio que pocas personas pueden vivir y, posiblemente, entender.

Y por último, que todo eso, que fue tan especial, lo pude compartir con dos compañeros también muy especiales. Con mi Inmita que para mí es un puntal y que sólo con verla ya me alegra el día y con nuestro ángel, Ángel, que hace todo más fácil y más tierno.

Así que fue un broche de oro para esta temporada de MeV de la que he podido disfrutar poco pero de manera muy intensa. 

Os deseo a todos un feliz verano, lleno de música y calor en el alma, para que volvamos con más emociones, más energía, más ilusión; para seguir llevando todo eso y más a esos otros mundos que, finalmente, son la vida en estado puro: los hospitales. 

Un beso lleno de agradecimiento para todos los que hacen posible Música en Vena y...
 ¡¡¡nos vemos en septiembre!!!


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