"Ahora que los ángeles duermen..." entramos en Diálisis y, por eso,porque muchos de ellos están adormilados, pasamos un poco de puntillas.Es extenuante su mañana y la enmarca cierta apatía.
Hasta que suena la guitarra de María y su poesía. La dulce flauta de Marta la persigue en regatos paralelos hasta que confluyen
y encajan como dos amantes que sin apresurarse se acoplan y fluyen. Y en su fluir se abandonan los pacientes y despiertan y con ellos su sonrisa, su satisfacción.
En Oncología, el bulle bulle del trabajo de esa sala se puede palpar. Mucha gente que atender. Muchos pacientes. Estos sí, mucho más despiertos. Las venas que reciben la música de María y Marta los mantienen alerta. Penetra con dolor el líquido que las cura.
Y María se lo dice, claro y bonito: "Va por ti pero sobre todo de mí" . La escucho; los veo, resistiendo, "pacientes" y no me dejo engañar por ninguna ingenuidad: cualquiera puede, mañana, estar en esos sillones, atados a esa fatalidad que llega sin avisar.
" Va por ti pero , sobre todo, va por todos nosotros" . Jóvenes con gesto de dolor, señoras encantadas con la música " tan cerquita de los músicos", hombres adustos con ojos acuosos, señoras que parecen dormir, que parecen querer mantenerse lejos de allí, de esa mala hora y que al terminar la canción, los abren, y aplauden como si hubieran llegado a un hermoso puerto. "Va por ti, pero va todos nosotros".
"Porque si lloramos a compás, no estamos tan solos". Y eso hacemos: llorar a compás.Por dentro. Sonriendo, golpeando la guitarra y acompañándola con el cuerpo y la pasión, María. Acariciando las teclas de la flauta en un danza de dedos casi imposible que convierte el soplo de Marta, en aliento y alma.
Y ambas entretejen su música y entregan un tapiz de sentimiento bajo el que arroparnos y sentir el calor del otro.
Como el hilo de esa costurera que "cose vida" y la mantiene firme "con hilo fino, que el amor va escaseando".
Y al igual que esa costurera cose vida y la crea, hay palabras que te devuelven al paraíso nada más escucharlas. Y allí estamos, o yo nos veo, en el regazo de nuestra madre que huele y sabe a Maizena. Una palabra,y la vida se da la vuelta, se pone de revés y el corazón se encrespa porque ya no le cabe más dulzura ni nostalgia en ese universo recuperado: Maizena.
Hoy la sal y el hechizo de Málaga, rociados por la campanilla de una hermosa flauta, han llegado a esas salas, llenándolas de fuerza y energía. Bramándole a la enfermedad, por cada una de las personas que estaban allí luchando en silencio: "que no se te ocurra pararme".
"Y mientras baila el aire con las cortinas" "yo creo en los milagros y en el pellizco". Y el pellizco hoy ha sido ver a María y a Marta, cosiendo sonrisas y emociones en el rostro y el ánimo cuarteado de los pacientes.
No se os ocurra pararos, María, Marta. Gracias.
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