viernes, 2 de junio de 2017

La vida acariciada

Voy en el último momento. Sé dónde voy y no lo sé. 
Porque he visto volar la magia de estos músicos sobre dos pianos y he sentido pura pasión y emoción. 

Vivir eso mismo en un hospital
me resulta inimaginable por portentoso.
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                Y allí están. Esos instrumentos bellos, hermosos.
(Cómo llegan esas maravillas hasta un hospital y lo convierten en un mundo mucho más vivible es otro milagro de Hinves piano)


Rodeados de goteros, sillas de ruedas, batines, prótesis... Y el hall que nos recibe se llena de Bach en vena

Ver tocar a Alexis es sentir que la vida vivida a través de una pasión tiene todo su sentido.


Con todo el dolor que supone y lo fea que puede ser, al  verle entregado a su música, la vida explica que, si hay un camino no importa perderse. Siempre estarás en él. Y si no encuentras tu camino pero tienes la suerte de cruzarte con artistas como él, sólo con seguir sus huellas sentirás que merece la pena echar el pie a caminar.

El humor de Iñaki relaja y protege. Estamos todos en el mismo barco aunque ahora algunos no estemos a bordo. No es necesario estar ingresado para estar enfermo. No es necesario estar ingresado para sentirse prisionero. 



Y la pasión de Alexis y la Alegría de Iñaki se convierten en caricias. 

Y ya no veo pianos, ni ojos cerrados al deslizar sus dedos sobre ellos, ni escucho a un Bach único y juguetón. 
Veo caricias. 
Las escucho.
 Delante de mí, los familiares acarician a sus enfermos. Insistentemente. Con un amor y una delicadeza que no nace de la música pero que a mí se me antoja su acicate.
Como si una batuta invisible dirigiera todo su amor deslizándose por las mejillas de esa persona querida que ahora está pasando ese bache. Deslizándose por la espalda ahora tan frágil de quien siente todo el peso de la enfermedad sobre ella.
Un concierto de caricias. El cariño, el cuidado escapándose de esas manos directos al corazón.

Alexis e Iñaki nos acarician con Bach en su Jazz y el dolor del hospital se neutraliza por un momento gracias a ellos y a las caricias que esas personas no se cansan de prodigar a su seres queridos.


Caricias...¿puede haber algo más necesario en la vida y en el dolor?
Eso es lo que respiramos en el 12 de octubre ayer. 
La vida acariciada por la generosidad de dos músicos que acompasaban el amor de esas personas que no paraban de acariciar a quien ahora sienten sufrir en ese hospital.


              Caricias, ¿hay algo más necesario cuando te falta lo más importante?




Música en Vena es mi caricia particular. Gracias.


1 comentario:

  1. Si sólo leer esto, me emociona profundamente, qué no será vivirlo en directo. Gracias a todos los que hacéis posible esta amorosa realidad.

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