jueves, 3 de septiembre de 2015

Hilván de cuerda

Dos piezas delicadas, lígeras, bellísimas.  Una anaranjada, la otra oscura y ribeteada como cosida a mano en un finísimo hilván. Una de 1730, la otra de la primera mitad del siglo XIX. Las miras y no puedes dejar de pensar en todo lo que habrán vivido. Cuántas salas y a cuántas personas habrán llenado con su música y su arte. Lo que seguramente no habrían vivido hasta ahora es la experiencia de llenar una sala de oncología y otra de nefrología de emociones, de alegría.

Lo que nunca habrían podido sospechar hace siglos es que un día la generosidad de unos músicos entusiastas les habría permitido acompañar y aliviar el dolor de unas personas en un hospital de Madrid (Fundación Jiménez Díaz) e hilvanar ese día duro con un delicado encaje de armonía y belleza.


Ayer Paula, Laura y Pablo, miembros de Ensemble Praeteritum,
llegaron cargados con esos dos violines y una viola. Y con un mar de partituras y entusiasmo para bañar con su arte y su pasión esas salas severas; y convertirlas ,por unas horas, en un festín musical.

Es difícil sacar de esa batalla dolorosa e incierta a una persona que está recibiendo su tratamiento de quimio. Pero la música consigue entrar en los pacientes y aliarse contra esos enemigos añadidos que son el tedio, el silencio y el dolor; escoltando al ánimo y empujando junto a él para, al menos, rebasar con optimismo esa etapa que es la sesión del día.

En la sala de diálisis, de sesiones largas y frecuentes, los pacientes se desentienden de sus "quehaceres", dejan a un lado periódicos, libros, conversaciones, pensamientos... y se abandonan a la maravilla que estos músicos nos hacen vivir durante una hora.

Los despiden agradecidos, como siempre, felicitándoles por su arte y por la maravilla que despliegan en ese arco cuyas flechas llegan directas al corazón como en un pentagrama de emociones.Ellos, además, regalan un disco de su grupo. Por si fuera poco.

Es la magia de Música en Vena, la que cada día nos sorprende y nos enamora. Y nos cura. A todos. A nosotras también. Porque cada día es una lección de amor, de generosidad y de que el mundo se mejora y avanza gracias a pequeños milagros de gente sencilla y admirable. Como ellos: Laura, Paula y Pablo. (Gracias por todo, chicos)

La música que mueve los afectos... La música que transporta y calma...La música en directo que despierta algunas armas que son fundamentales para ganar la lucha o al menos para conseguir una tregua.


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